martes, 25 de noviembre de 2014

De heridas que no cicatrizan...

Se apagan las luces. Se baja el telón. Fin de la función. La historia de tu vida llegó a su fin. No estás más. No estás más en la mía. Eso duele. Eso duele mucho. Cómo entender que no voy a poder construir recuerdos nuevos con vos? Ya no más Mar del Plata juntos, ya no más asados, brindis, carcajadas... Cómo aceptar que tengo que atesorar como loca cada momento vivido y guardarlo con llave en mi alma, para que no se escape, para que no te vayas con el tiempo. No pienso soltarte, hacerlo sería quedar en la mayor de las horfandades. La complicidad, el amor sano. El aguante en los peores y mejores momentos. Lo desfachatado. Me falta tu palabra, tu cuidado. Tu amor eterno, tu lealtad. El lugar de hija que no resigno, a dónde ir cuando ya no pueda más...
Qué es lo que más extraño? el ser compañero en mi camino, sin juzgar mis decisiones. Acompañar. Confiar en mí, en que podía con lo que me propusiera. Saber que si tropezaba o caía, estabas ahí para atajarme y curar las nanas. Te extraño, pa. 





lunes, 9 de junio de 2014

De tu ausencia...

Yo no quiero que vivas en mi corazón. No quiero más refugiarme en los recuerdos. Te quiero acá, al lado mío. Riéndonos como solíamos hacer. Quiero abrazarte, sentirte real. 
Me niego a soltarte. Hacerlo sería claudicar, perder... perderte. No quiero hablarte en pasado. No sos pasado. 
Sin embargo, el pasado me toca la puerta todos los días... Hoy jugamos una carrera con Tini, me acordé del día en que  yo con siete años y vos con muletas me desafiaste a correr. Te caíste al llegar a la esquina. Me asusté, pero vos te mataste de risa. Nos reímos juntos. Era un paso de comedia relatar esa anécdota, vos me echabas la culpa, yo te contradecía... y así todas las miles de veces que la contábamos.
Estás tan vivo en mis recuerdos... Estoy llena de contradicciones, de enojos, de angustias. Ojalá pudiera traerte de vuelta, ojalá pudiera jugar una última carrera. Vos te caés, y yo te levanto. Me  decís que no es nada y nos volvemos abrazados a casa...

martes, 20 de agosto de 2013

De silencios...

Escribir desde la falta, la carencia, el dolor, la ausencia. Hoy que casi todo es Todo, las palabras tardan en deslizarse. 
Hoy es un día que quieren salir. Se aglutinan, se enredan, se empujan. 
Quieren volver a ser. A decir, a gritar, a nombrar.
Se sonrojan, se ocultan.
Se esfuman.


miércoles, 15 de mayo de 2013

De festejos...



1095 días. 3 años. Una vida.
Una historia que como otras comienza con "Había una vez"...
Dos almas solitarias, pero no solas,
cruzaron miradas y señales,
se eligieron antes de amarse,
se buscaron para re encontrarse.
Una historia de amor y de querencias,
que parece a muchas, pero es Una,
que no hace trampa con las cartas,
ni juega a las escondidas en la esquina.
Que brinda hoy un nuevo año
y rompe una piñata de colores,
que suma un latido a este festejo
para dejar tres pisadas al camino...

domingo, 30 de septiembre de 2012

De duelos...

Era una noche como todas, pero en el aire flotaba un aroma angustiante. Clara lo intuía. Lo sabía. En unos meses, todo va a cambiar, nada será lo mismo. Las lágrimas que rodaban por su mejilla eran testigos de lo desolada que se sentía. Miedo, pánico, terror... Todo le producía nostalgia. Nunca fue demasiado afecta a las pérdidas. Las lloraba sin consuelo por un rato y después seguía como si nada hubiera pasado. Pero esta vez era distinto. Una vida estaba por perder, para comenzar otra. Tenía que "duelarse" para ser testigo del nacimiento de otra Clara. No estaba tan segura de que esa nueva Clara le simpatizara demasiado. No se reconocía en los estereotipos de lo porvenir. Tenía que aprender a resignarse por un rato. En esa lista interminable de cambios, lo que más la aterraba era cómo lo iba a transitar Lucas. El también tenía que empezar a "duelarse", tenía que aprender a quererla de otra manera. Clara no estaba segura de que él lo entendiera así y era lo que más la atemorizaba. Sabía que las cosas iban a cambiar, pero no estaba convencida que comprendiera la magnitud de los mismos. Sólo quería decirle al oído "Quedate conmigo pase lo que pase..."

viernes, 21 de octubre de 2011

Tan lejos, tan cerca...

Nunca pensé ibas a llegar tan lejos con todo eso. Me acuerdo mi frase en Tandil, la que sentenció ese viaje, y de la que tanto nos reíamos.
Nunca pensé que ibas a llegar tan lejos... siempre me cuestiono que si no hubiera tomado todo con tanta naturalidad, quizá algo hubiera sido distinto ahora.
El día que me robaste esos dos libros , me quedé pensando y lo único que quería era ir a tu casa a traerlos de vuelta. No por egoísta, pero sabía que lo mejor que te podía pasar era no leerlos.
Eran todas señales que, en realidad me aterraban. Estoy segura que el miedo me paralizaba. Conocía el camino que estabas empezando a andar y  me decía-te decía "vos no, vos no podés hacer lo mismo..."
Nunca pensé que ibas a llegar tan lejos con todo eso... Dolor, me quiebra el alma verte sufrir de esa manera, no poder salir de tu propio cuerpo y mirarte... tan linda.
Puedo estar en tus zapatos y no lo soporto. Porque sos vos, porque no quiero que seas vos.
La impotencia de no poder hacer, de que nada surta efecto, que no quieras agarrar la soga para cruzar el puente. Yo quiero que lo cruces. Como una niña que aprende a dar sus primeros pasos, puedas hacerlo y que te caigas, y vuelvas a levantarte, y que sigas intentando. Pero que quieras cruzar ese puente. Yo voy a estar del otro lado de la orilla, como estuve estos 20 años para darte fuerzas, para sostenerte, para darte un abrazo y saber que volví a tenerte como antes y linda como siempre...

lunes, 17 de octubre de 2011

De redenciones...

El humo del último cigarrillo mal apagado la despertó del letargo mental. Cuando una idea se le fija, no puede salir de esos pensamientos. Atascada en un discurrir sin salida. Nada de lo que haga la hará escapar de esa burbuja de palabras. Pueden pasar los días, las circunstancias, los hechos, y ella seguirá colgada en esa idea.
Necesitaba un poco de aire, despegar de ese aluvión de contradicciones. Agarró ese buzo desvencijado, los camel y las llaves. No necesitaba más.
Bajó las escaleras y salió hacia la calle. No tenía rumbo fijo. De repente, se encontro en la puerta del mismo bar en que solían charlar hasta cualquier hora, sin importar la hora, ni las obligaciones. Le pidió al mozo el primer gancia citrus de la noche. Y comenzó el exorcismo.
Deambulaba por las oscuras cornisas del pasado, del presente, del futuro.
¿Que hacer con esos pensamientos que recurrían una y otra vez?; ¿cómo expiarlos?
¿Cómo creer que estas palabras son diferentes a todas los dichas?, ¿qué señales para que esta foto sea distinta a las fotos anteriores?, ¿cómo no sentir que esto vivido, mañana pueden ser otros los protagonistas?; ¿cómo desterrar lo pasado para que no aparezca como fantasma reincidente?. Comprendía que el amor era una entidad casi espiritual. De creencias, de fe. Si de algo carecía en este momento, era de dogmas.
Dio por cerrado el debate interno de argumentos, pidió la cuenta y se fue... con la convicción de que esta emocionalidad, esta búsqueda conciente de melancolía,  eran las necesaria para volver a escribir...