domingo, 6 de febrero de 2011

Yo no te devoro...



A veces la tristeza empaña el cristal con que vemos las cosas y nos convierte en seres incapaces de reconocer las cosas y personas que nos hacen bien, (así como a vos no te gusta que te digan).

A veces la distancia es una manera de dejar espacio para que puedas crecer con tus propias raíces, y no con raíces prestadas.
A veces es más difícil recibir la ayuda que necesita cuando uno mismo interpone obstáculos para que esa mano llegue. El cinismo y la ofensiva no sirven para unir orillas y tender puentes, sólo los destruyen.
A veces uno es selectivo en su memoria y sólo tiene presente aquello que quiere refrendar. No suelo hacer listas de mis presencias y abrazos genuinos, tampoco lo haré ahora. Sólo confío en que cuando estuve y cuando estoy, esas personas puedan guardarlo en una parte de su alma.
No llevo planillas de Debe y Haber.
Cuando me ausento, ante la falta de "problemas" y la incomodidad que te genera mi marcada preocupación, es porque confío en que en algún momento podrás reconocer que no podés sola, que tenés miedo y que necesitás de esa hermana que creo que estuvo en casi todos los momentos importantes o triviales de tu vida.
De todas maneras, celebro esta forma errática y tan "Carito" de anunciarme que estás preparada para armar las valijas y tomar el cordel que intento que amarres (hace tiempo) de tu lado de la orilla.

No me devores, no me comas, no te comas...